Sobre cómo aprendí a controlar la apagafuegos que hay dentro de mi
Quiero empezar haciéndote una confesión: mi cabeza es un caos. A veces, no logro concentrarme, ando saltando de una tarea a la otra, intentando ser Wonder Woman y no logro terminar nada de lo que empiezo. Otras veces, me canso del caos y me pongo pa’ mi número. Me organizo. ¿Y sabes qué pasa cuando lo hago? Todo sale bien, todo. En serio. Todo. Bueno, siempre puede haber imprevistos, pero en general las cosas funcionan.
Te cuento, en los pasados18 años me he dedicado al mundo de las comunicaciones. He hecho un poco de todo. Mi primera pasión fue el periodismo y mi primer amor profesional la radio, una de las escuelas que me formó y me preparó para apagar fuegos. Trabajé como periodista por 10 años y entre medio de ese tiempo hice un alto y me fui a España a estudiar. Y, no te voy a mentir, a tener la aventura de mi vida. Lograr ese viaje no fue fácil, no tenía dinero, no conocía a nadie allí, no sabía muy bien ni cómo escoger una buena universidad. Pero un día me senté y preparé una lista que luego se convirtió en un plan que me ayudó a lograrlo. Conseguí un préstamo, busqué información y solicité a varias universidades y conecté con otros amigos que ya habían estudiado en España y me prepararon para lo que me iba a encontrar. Ah, y me busqué a una gran compañera de viaje con quien viví las aventuras más locas de mi vida. Un año de estudios se convirtió en 3, completé dos masters en comunicaciones y conocí a mi esposo, un guapo español con el que vuelo de la mano desde hace un poco más de 10 años.
Amo los cambios, moverme, hacer cosas nuevas y en especial los comienzos. Con eso de iniciar nuevas aventuras, volví a Puerto Rico y volví acompañada con la intención de mostrarle a mi europeo la vida en el Caribe. Desde que regresamos en 2011 he tenido una variedad de trabajos que son los que realmente me formaron para estar aquí contigo hoy. Volví al periodismo, el que combiné con dar clases en la universidad, editar textos escolares para una editorial y hasta subir becas para una página web de universitarios. Después de un tiempo me sentía limitada, atada y sin forma de seguir desarrollándome. Amaba el periodismo, me encantaba escribir, hacer entrevistas, montar reportajes y hasta visualizar cómo se iba a ver la página en la que estaría ese artículo que llevaba días cocinando. Pero me sentía atrapada, mi yo de hace ocho años sentía que necesitaba más retos en los que pudiera expresar mi creatividad. Así surgió la oportunidad de comenzar un nuevo trabajo en el mundo corporativo. Solté los jeans y los zapatos cómodos para adentrarme en el mundo de los uniformes y los suits. Trabajaba para la filial de un banco. Y aunque mi trabajo no tenía nada que ver con la banca, sí compartíamos la cultura corporativa de mantener un estilo sobrio, de trabajar con objetivos y de tener laaaaaaaargas reuniones que no parecían acabar nunca.
Ahí fue cuando empecé a vivir apagando fuegos. Ahí empecé a descubrir la diferencia entre lo urgente y lo importante. Aprendí de planificación estratégica, aprendí a liderar un grupo de trabajo, aprendí a hacer todo lo que fuera necesario para que el trabajo saliera. Al principio no lo entendía, TODO parecía ser importante y urgente. Así que aprendí a ser una master jedi Apagafuegos. ¿Qué me camabiaron los temas de un taller que llevaba meses planificando? No hay problema, buscamos recursos nuevos. ¿Qué me falló la impresora a las 8:00 de la noche y se me quedaron los programas de la actividad de mañana a medio imprimrir? No hay problema, encontré una imprenta que abre a las 7:00 de la mañana y me los tiene listos en 15 minutos, llego a tiempo para el taller de las 8:00. ¿Qué el que me iba a ayudar a terminar de montar la presentación para la reunión importantísima de mañana se acordó de que era el cumpleaños de su madre y se fue temprano? No hay problema, yo la termino. No hay problema, no hay problema, no hay problema se juntó con yo lo hago, yo me encargo, no te apures, dámelo a mi y tantas otras frases que terminaron drenándome. Empecé a trabajar cada vez más y más horas. Un día antes del primer evento que coordiné me quedé sola en la oficina hasta las 11 de la noche. Tenía que terminar todo lo que yo pensaba que era tan urgente como importante para que estuviera listo a la mañana siguiente. Me exploté. Y seguí haciéndolo por algún tiempo más.
Esto es literalmente como cuando hay un fuego y el humo nubla todo tu entorno. Es bien difícil ver con claridad dónde sólo hay humo y dónde está la llama que inició todo. Entonces, coges tu manguera y empiezas a apuntar a todas partes porque tu meta es apagar el fuego lo más rápido posible, pero ni siquiera sabes dónde comenzó o cómo llegaste a estar en un incendio. ¿Lo podías haber prevenido? Probablemente, sí.
Con el tiempo comencé a organizarme mejor a preparar un plan de acción cada vez que comenzábamos un nuevo proyecto, fui aprendiendo a delegar y a dar seguimiento y a dejar de salir de la oficina a las 11:00 de la noche. En fin, a dejar de apagar fuegos. ¿Qué cambió? Fui madre y mi tiempo, mi energía y mi mente estaban divididos. Mi corazón estaba entregado a esa pelotita de amor que era mi niña hermosa. A los siete meses de balancearme entre un trabajo super exigente y una bebé, Sorpresa!!!! Otra pelotita de amor venía en camino.
Aquí sí que se me pusieron los huevos a peseta. Una bebé, embarazada y mi jefe me acababa de informar que tenía una nueva meta comercial y que debía vender. Fuegos, fuegos, fuegos por todas partes, en la oficina y en casa. No sé qué me dolía más si la espalda por la barriga inmensa que hice con mi segunda bebé o la cabeza cada día tratando de aprender algo para lo que yo pensaba que nunca había sido buena: las ventas.
Entre fuego y fuego, llegó otra oportunidad de trabajo en otro ambiente, un centro de investigación que pronto abriría un hospital. Cambios, comienzos, una nueva aventura. Estaba súper ready para este momento. Me fui sin pensarlo dos veces, además iba a ganar más dinero y con dos bebés eso era bien importante. Pero hay algo con lo que no contaba, allí conocí al Apagafuegos mayor. Mi nuevo jefe había preparado un plan perfecto para desarrollar el Centro. Tenía un par de carpetas gigantes donde estaba todo lo que teníamos que hacer. Era un paso a paso infalible, pensaba él. Cuál era el problema? Que solo él lo entendía, pronto empezaron los problemas y las soluciones improvisadas. Apagar fuegos se convirtió en mi diario otra vez, la planificación era absolutamente imposible, todo cambiaba, todo había que rehacerlo, nada se comunicaba bien. En fin, un caldo perfecto para el desastre. Entre ajoros, corre y corre y muuuuuchos fuegos comencé a hacerme mi sitio, saqué adelante proyectos, eventos, documentos y lo coroné con la inauguración del Hospital que tuve que organizar en nada más y nada menos que dos semanas.
Hoy te digo que esa experiencia fue la que me demostró que era posible trabajar de otra forma, que era posible planificar mi trabajo, independientemente de los apagafuegos a mi alrededor, si yo tenía claro estas cosas:
- Cuál era el problema que tenía que resolver
- Para qué debía resolverlo
- Con cuánto tiempo y recursos contaba
Con esa información podía establecer objetivos, diseñar un plan y ejecutarlo. Y por eso estoy aquí para contarte cómo lo hice y como lo sigo haciendo, ahora desde otro trabajo y hasta como lo aplico en mi vida personal para organizarme y dejar de andar apagando fuegos, o bueno, intentarlo.
Sabes, esto también aplica para tu vida. Hago mis listas y mi plan de acción hasta para planificar los cumpleaños de mis hijas. Pero no te voy a mentir, no soy infalible y la perfección está bien lejos de mi casa y de mi trabajo. Me reconozco como apagafuegos en recuperación.
Te voy a contar ahora mismo 5 cosas que puedes hacer desde ya para comenzar a ser una apagafuegos en recuperación:
- Organiza tu agenda, sí, la vas a necesitar y debes incluir todas tus responsabilidades para que puedas acomodar y planificar espacio para todo lo que es importante en tu vida.
- El tiempo no se tiene, el tiempo se hace, sí, lo haces tú cuando decides a qué le vas a prestar atención y le vas a prestar atención a todo lo que está en tu agenda. Así es que decide con cuidado lo que vas a poner ahí.
- Ten claros tus objetivos, ¿a dónde quieres llegar? ¿cómo se ve el final de tu camino? ¿dónde quieres estar, cómo te quieres ver? Cuando tienes tus objetivos claros, trazar el camino es mucho más fácil. Esto sirve hasta para planificar el cumpleaños de tu hija con la temática de un personaje que solo existe en su imaginación. Créeme, me pasó.
- Pide ayuda, ok en este podcast vamos a dejar atrás el síndrome de Wonder Woman. No lo puedes lograr todo tú sola. Así es que pide ayuda en el trabajo, en casa y donde sea que lo necesites.
- Saca tiempo para ti, si no te cuidas no podrás cuidar a los demás. Hay veces en los que hay que aparcar todos los fuegos y dejar que se quemen algunas cosas, pero tus ratitos para ti tienen que ser sagrados.
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Dale, te espero.
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