La técnica, el conocimiento especializado y tus habilidades sólo te llevarán a la mitad del camino.
La miraba de reojo, no paraba de hablar, no se quedaba quieta y no me dejaba concentrarme. Me desesperaba verla saltar de escritorio en escritorio. Todos la conocían y celebraban su trabajo. Mientras yo, callada en mi mesa y sin que nadie fuera capaz de recordar mi nombre, hacía mi trabajo y terminaba el de ella. Después de un tiempo, renuncié. No soportaba que alguien con menos conocimiento y habilidades pudiera seguir creciendo profesionalmente, mientras yo estaba estancada. Me fui a estudiar. Pensaba que lo que necesitaba era más conocimiento para seguir creciendo.
Me mudé hasta de continente. Me fui a España. Y allí estudié y seguí estudiando. También aprendí muchas cosas que no te enseñan en la universidad. Vivir en un país distinto al tuyo te obliga a aprender otras destrezas, son más como destrezas de supervivencia social. Necesitaba aprender a explicar de dónde venía sin comenzar la historia desde la época de los taínos, necesitaba ser rápida y atenta para que no me cogieran de boba en los mercados que tanto me gustaba visitar, necesitaba trabajar en equipo para que la convivencia en casa funcionara (y funcionó de forma magistral), necesitaba ser organizada para que la fiesta diaria no afectara mis estudios, necesitaba ser asertiva para que mi mentora del master no se adueñara de mi tesina y la publicara bajo su nombre.
De mis años en España aprendí muchas cosas que me hicieron más fuerte, más sociable y más segura. Regresé al mismo lugar de trabajo y aquella compañera seguía creciendo como la espuma. Esta vez, no me sentí intimidada, confiaba en mis nuevos conocimientos (académicos y de vida) para triunfar. Aun así, mi yo intelectual se interpuso y quiso volver a viejos patrones: trabaja, trabaja, trabaja y que tu trabajo hable por ti. Esa era la consigna que mi cerebro marcaba y vi como otras seguían creciendo a mi alrededor mientras yo seguía estancada, trabajando como una hormiguita. Me fui otra vez, pero esta vez me fui decidida a aplicar esas otras cosas que había aprendido.
Entonces, empecé a ser más asertiva, a contar las cosas que hacía, a buscar aliados en compañeros, a escuchar, a observar, a negociar y a adaptarme de formas insospechadas para mi cerebro académico. Entonces vi que había crecido y crecí. Aprendí que no sólo hace falta tener habilidades y conocimientos técnicos o especializados. NO somos máquinas, somos seres humanos y sociables. Hay unas reglas no escritas que son esenciales para triunfar, les llaman destrezas blandas.
No sé si lo de blandas sea porque entran en nuestras relaciones como una serpiente que se desliza con elegancia. Quizás son blandas porque no lo contrario de la técnica rígida, del conocimiento estricto de un tema, de la especialización. La verdad es que es duro aprenderlas, sobre todo para una introvertida con mente de estofona como yo. Debo confesar, que sigo aprendiendo y que me queda mucho por mejorar. La diferencia es que ahora soy consciente de que necesito desarrollar estas destrezas para triunfar y no lucho contra ellas asumiendo que mi conocimiento vale más.
Hace poco hablé con Yadira Caro, creadora del podcast Hardcore Soft Skills. Yadira también lo vió, las destrezas blandas son duras en realidad. DUras de aplicar, duras de aprender y duras porque facilitan el trabajo y nos mueven al éxito. Te dejo aquí abajo la entrevista con Yadira para que la veas completa y conozcas un poco más sobre las más importantes para organizarte y triunfar:
Mientras tanto, te cuento por aquí mis 5 lecciones de esa conversación con Yadira sobre las destrezas blandas:
- No se trata de sentido común: El sentido común no existe, todos tenemos una forma distinta de ver el mundo y de dirigirnos en nuestra vida. Se trata, precisamente, de destrezas que puedes aprender y dominar.
- Comienza por la productividad: Define qué es prioridad y a dónde quieres llegar. Crea un sistema que puedas controlar para estar presente y activa en todo lo que quieres hacer.
- Manejo de conflictos: Puedes intentar alejarte de ellos, pero siempre aparecerán. Entonces, es esencial que aprendas no a evadirlos, sino a enfrentarlos para resolverlos de forma proactiva.
- Adáptate y vencerás: El cambio es una de las pocas constantes que siempre existirán y la base de la supervivencia está en que sepas cómo adaptarte. En el trabajo sucede lo mismo. Si algo nos ha enseñado la pandemia es que podemos y debemos adaptarnos al cambio.
- Aprende a negociar: Asume tus posturas con seguridad, no tengas miedo y aprende a ir a por lo que quieres lograr. Una buena técnica para negociar es el “win/win”, busca que otros ganen mientras tú logras lo que quieres.
Espero que estas lecciones te inviten a explorar las destrezas blandas y meterles con todo para que triunfes en tu trabajo. Cuéntame en las redes sociales de Apagando Fuegos, cuál es esa destreza que tienes súper mangá y que te ha ayudado a tener éxito.
Dale, te espero apagafuegos.