Sobre la mayor lección que me ha dado la maternidad
Si me pagaran por todas las veces que le digo a alguien: “todo pasa”, creo que ya sería millonaria. Y no es que me crea la más sabionda, ni la más zen, ni nada por el estilo. Es que bien pocas veces en mi vida he tenido algo tan y tan claro que se ha convertido en una verdad absoluta para mi. Todo pasa. Todo pasa. Absolutamente TODO pasa.
No hay nadie que me convenza de lo contrario, la situación más puñetera en la que nos podamos encontrar, pasará. La situación más angustiante, la más triste, la más desesperante, pasará. Lamentablemente, esto también significa que la más feliz y la más divertida también pasará. Lo bueno es que como todo pasa, como el tiempo corre y todo se acaba o se transforma, siempre existe la posibilidad de que las cosas mejoren. Hoy te quiero contar cómo fue que llegué a esta verdad que me acompaña en cada situación y que se ha convertido en mi consuelo para recordarme tantas veces que ningún problema es eterno.
Todo pasa. Esa fue la lección más grande que me dio la maternidad. Todo pasa. Los primeros tres meses de embarazo se sintieron como una gripe que nunca se iba, pero cual milagro de Navidad, al cabo de las 12 semanas, pasó. Entonces empezó ese tiempo extraño en el que sabes que estás embarazada porque pasaste la mala barriga, pero nadie lo nota porque aún no se ven los cambios en tu cuerpo y esos tres o cuatro meses también pasan. Luego viene el último trimestre y ya no hay quien no tenga una opinión sobre tu cuerpo o un consejo que darte o unas ganas descontroladas de sobarte la barriga, cual Buda de la suerte. Y eso también pasa y conoces a tu bebé.
Y entonces te enfrentas a un mundo nuevo. Descubres una nueva forma de amar que te provoca la ternura más grande, el terror más horroroso y el valor más intenso. Todo a la vez, como evidencia de la mezcolanza hormonal que te hace llorar y reír al mismo tiempo. Descubres un mundo en el que el sueño está sobrevalorado. Los días son una secuencia de horas en los que el sol se asoma y se esconde sin más. El llanto es una especie de alarma sin botón de snooze y todo se calma cuando hueles, acaricias o simplemente miras a esa personita que salió de ti. Todo eso pasa y pronto viene la crisis de los dientes, el gateo, los sólidos, los primeros pasos, las primeras risas, las primeras palabras, los primeros de todo. Y todas esas primeras veces también, se convierten en segundas y terceras y luego pasan.
Pronto llegan los terribles dos y cuando crees que lo peor ha pasado llegan los terroríficos tres donde tienes a una pequeña dictadora que ya sabe hablar, saltar, correr y exigir toda clase de cosas. Y esos pasan también y llegan los cuatro con descubrimientos del propio cuerpo, con intereses y gustos cada vez más definidos y llegan los unicornios y los dragones y te memorizas los nombres de todas las princesas y de todos los Trolls y ves arcoiris por todas partes y esto también pasa.
Por aquí te comparto cinco cosas por las que es importante que todo pase:
- Te alivia el alma: Si la angustia, el dolor o el enojo fueran eternos andaríamos por la vida siempre como alma en pena. Y eso no es vivir, eso es agonizar. Así es que saber que todo pasa, nos da la sensación de temporalidad, de que la eternidad y todo lo que ella traiga es para otra dimensión y no la nuestra.
- El cambio es una constante: ¿Si todo fuera igual siempre, para qué hacer cosas diferentes? Cuando sabemos que todo pasa, podemos actuar con la certeza de que algún día las cosas van a cambiar. Nada en la vida es estático las situaciones se acaban o se transforman, pero nunca se quedan igual.
- Te motiva a seguir adelante: Saber que todo pasa, te da la oportunidad de seguir moviéndote. Saber que todo pasa te ayuda a darte una razón para no estancarte, te sacude el piso y te obliga a caminar o a cambiar tu rumbo.
- Te da esperanza: Cuando tienes claro que todo pasa, sabes que ese problema que te angustia hoy, es posible que mañana no exista o que no lo veas tan grande porque ya pasó lo peor. Entonces, puedes sonreír y mirar al horizonte como en las películas románticas y tener la certeza de que todo puede mejorar.
- Te inspira a actuar: Todo pasa, lo bueno también. Por eso es importante no dejar pasar las oportunidades que te da la vida de moverte, de crecer, de ser feliz. Cuando sabes que lo bueno también pasa, lo aprovechas, lo vives con más intensidad, lo valoras porque esto también pasará y al final solo te quedas con los recuerdos, las enseñanzas y la nueva realidad.
Como ves, todo pasa. Por eso te dicen que crecen rápido, que te los goces, que todo pasa. Si estás pasando por una situación difícil, agárrate a esta verdad que me descubrió la maternidad y aférrate a ella hasta que eso que te está agobiando haya pasado. Te prometo que más temprano que tarde podrás mirar atrás y ver con alivio que ya pasó y que estás en un mejor lugar. Cuéntame en las redes sociales de @ApagandoFuegos, ¿qué gran lección te ha dado la vida recientemente? Dale, te espero.
Todo pasa. Yo lo aprendí y sigo aprendiendo. Gracias por tu sabias palabras.