Y la pandemia me obliga a hacerlo
Cuando mi esposo y yo comenzamos a salir, hace más de 10 años, a él le sorprendÃa mucho mi incapacidad de hacer dos cosas a la vez. Hasta que me conoció, todas las mujeres con las que se habÃa cruzado ventilaban con orgullo su habilidad para el multitasking. Y yo, no solo me reconocÃa incapaz, lo demostraba cada vez que me hablaba mientras cocinabamos en aquella minúscula cocina de mi apartamento en Madrid. Si me hacÃa una pregunta, se me quemaba el arroz o se me pasaba de sal el pollo porque intentaba hacerle un cuento que nunca llegaba a su fin.
La verdad es que odio el multitasking. Me reconozco orgullosamente uni-tarea. Prefiero concentrarme y acabar una sola cosa que intentar hacer 20 y no terminar nada. Y es que eso es lo que me pasa cada vez que intento hacer más de una cosa a la vez. Ninguna queda bien, ninguna queda completa y yo termino agobiada y muerta del cansancio.
Y entonces, aterrizó la pandemia, nos encerró en casa y nos forzó al multitasking sin contemplaciones. Al menos, los primeros meses todos estábamos perdidos intentando entender lo que nos habÃa caÃdo encima, lavando los potes de salsa y los paquetes de corn flakes con agua y jabón. Las escuelas probaron todo tipo de herramientas y los niños todo tipo de distracciones. Pero llegó el verano y las cosas se aliviaron un poco y el ritmo era más calmado y hasta nos atrevimos a salir a la calle a coger un poco de sol y a respirar.
Y entonces, comenzó la educación a distancia planificada. Y aquà se jodió todo. En el trabajo querÃan que estuviera más dÃas presencial, el miedo al contagio cada vez era más grande y la trastera se multiplicaba por segundos (maldita trastera). Por más preparada que pensaba que estaba con la esquinita escolar que le monté a mis hijas, la reorganización de la sala y el comedor en área de estudio y oficina, los dÃas en los que mis padres se encargan de las niñas… Nada me preparó para conectar por Teams a una niña de 6 años y asegurarme de que ese micrófono se mantenga en mute , grabar en vÃdeo a otra de 5 años haciendo una presentación en inglés, conectarme a una videoconferencia sobre el estado y el futuro de la economÃa de Puerto Rico y cocinar el almuerzo en 20 minutos.
Sé que no soy la única ni a la que le va peor (doy gracias todos los dÃas por toda la ayuda que recibimos de mis padres). Sé que si me has leÃdo hasta aquà y te has reÃdo con ganas de llorar es porque estás en una situación similar o conoces a alguien que te ha hecho un cuento como este. Por eso, ando una en una cruzada para unir a todas las Mamis Apaga Fuegos que andan realengas por los pasillos de sus casas, escondidas en el baño para enviarle un desahogo por Whatsapp a una amiga, adelantando el vinito de la tarde media hora más temprano y buscando donde imprimir los 25 papeles que mandaron las maestras para mañana.
Por eso creé el grupo Mami Apaga Fuegos para compartir tus frustraciones, pero sobretodo nuestros trucos, nuestros escapes, aquello que hicimos que nos funcionó y aquello intentamos y fue un fracaso. Te invito a participar de un espacio para compartir, para ser tribu, para crecer juntas y aprender a vivir en balance. ¡Únete! Dale, te espero.