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Rechazo vivir desde el miedo

Quiero un mundo en el que mis hijas puedan crecer en paz y felices. ¿Eso no es lo que todos queremos?

Llevo semanas viendo como amigas han ido publicando información sobre la cantidad de mujeres desaparecidas en Puerto Rico y reconozco, con angustia, que he ignorado el tema intencionalmente. No porque no me importen la vida de estas mujeres, si no porque la frustración e impotencia es tanta que parece más sencillo hacer de la vista larga. Pero, eso no es excusa. Ayer identificaron el cadáver de una de ellas, una niña de 20 años. Llevaba 10 días desaparecida. Se la llevaron de la puerta de su casa. ¿Qué carajo es esto?

¿Cómo es que suceden estas cosas en un mundo tan interconectado? ¿Cómo es que se sigue culpando a las víctimas? ¿Cómo es que no se entiende que se nos va la vida, literalmente?

Anoche no podía dormir. Pensaba en sus padres, en sus abuelos, su prima que estaba con ella minutos antes de que se la llevaran. Que se la llevaron de su casa. Pensaba en mis hijas. Mis dos niñas que crecen en un mundo que no las ve como iguales, sólo porque son mujeres. Un mundo que tiene seres que se creen superiores y que piensan que tienen el poder y el control de decidir si viven o mueren, si están con sus familias o si se las llevan.

Anoche, mientras intentaba encontrar el sueño pensaba en cómo las puedo preparar para este mundo. ¿Cómo las puedo ayudar a que estén a salvo? 

NO quiero encerrarlas, NO quiero que vivan con miedo. NO quiero vivir con miedo. Intento educarlas para que sean fuertes, para que sepan que son capaces de lograr todo lo que se propongan, que no hay tareas, juegos, colores o “cosas” de nenes que son inaccesibles para ellas. A una le encanta el color azul y los dragones y se lo celebramos. A otra le encantan las patinetas y va a tener una muy pronto y saldrá a correr como los demás. 

Llevo tres años intentando establecerme una rutina de correr, comenzaba y en un mes ya lo había dejado. En parte era falta de motivación y dificultad para mantener la consistencia, pero también coincidía con casos de acecho, de violaciones, de robos en las calles por las que suelo salir a correr. En cuanto comenzaban las noticias de estos actos que afectaban, principalmente, a las mujeres dejaba de salir a la calle. Hoy día, sólo salgo por una ruta en la que sepa que habrá otros corredores. Me alejo de calles y espacios oscuros y solitarios, intento mirar a los ojos y saludar a aquellos que veo cada mañana para que me reconozcan y sepan que soy, como ellos, de las que sale a correr. 

Mientras escribo estas líneas, me preparo para salir a correr. Me senté a escribir porque aún no amanece y tengo miedo de salir en la oscuridad. Carajo, tengo miedo y no quiero vivir con miedo. No quiero que mis hijas vivan y crezcan en un mundo en el que tienen que estar mirando a todos lados, en alerta todo el tiempo por si se las llevan, por si les hacen daño, por si alguien se cree que les pertenece. 

Saldré a correr en unos minutos y seguiré saliendo cada mañana. Saldré como desafío a este mundo en el que otros se creen que pueden decidir por nosotras. Sacaré a mis hijas a la calle cuando sea necesario, las enseñaré a vivir sin miedo y les mostraré que otro mundo es posible porque RECHAZO vivir con miedo. Quiero un mundo en el que mis hijas puedan crecer en paz y felices, ¿eso no es lo que todos queremos?